- Por Gabriel Trenzado, director general de Cooperativas Agro-alimentarias de España.
El pasado mes de julio, la Comisión Europea presentó sus propuestas de Marco Financiero Plurianual de la UE y PAC 2028-2034. Estas dejaron al sector frío, y en Cooperativas Agro-alimentarias las consideramos directamente decepcionantes. Además, poco tenían que ver con el discurso que situaba a la agricultura como un sector estratégico y clave para la UE, que tanto su presidenta, Ursula von der Leyen, había impulsado tras las movilizaciones del campo europeo de 2024, como el nuevo comisario de agricultura, el luxemburgués Christophe Hansen, quien en enero defendió en Madrid al campo europeo frente al sector.
La sensación de las propuestas – analizadas al detalle en este número de la revista-, es que el debate va muy por encima de la PAC y se trata más bien de saber qué UE queremos en un entorno geopolítico hostil para el proyecto europeo, y con múltiples urgencias para sus Estados miembros en un clima de conflicto directo con Rusia en la frontera este de la UE.
Lo que era difícil de prever es que la Comisión Europea, garante de los Tratados y de impulsar el propio proyecto europeo, iba a poner las bases para frenar o iniciar el camino contrario a una mayor integración política y económica, es decir, aquello que recomendaron precisamente los informes Draghi, Letta y Niinistö, encargados por la propia Comisión. A la voz de la urgencia y la simplificación, el camino escogido a través de planes nacionales financiados por el escaso presupuesto comunitario es que cada “palo aguante su vela”.
Es cierto que estamos todavía en las propuestas, y que queda mucho por debatir, pero la senda marcada ha dado argumentos a aquellos Estados miembro que quieren menos Unión, y ya marca el camino de una negociación que parece que solo será a la baja, y que parte de una reducción de presupuesto de más del 22% para la PAC, y con una propuesta de gobernanza que debilita el futuro funcionamiento del mercado único, que es el verdadero valor de la UE y, desde luego, de la PAC.
Así se lo hemos trasladado tanto a nuestro ministro de agricultura, Luis Planas, como al comisario en sendas reuniones bilaterales mantenidas recientemente. Obviamente el primero propone un frente común ante las propuestas de la Comisión, un movimiento natural, y el segundo quita hierro a las mismas, y considera que no va a cambiar mucho la PAC ni empeorar la gobernanza, al mismo tiempo que asegura que el statu quo es imposible. Por el momento tanto en el Parlamento Europeo como en el Consejo existe una mayoría contras las propuestas, pero esto nos llevará a una ardua negociación y no a la retirada de estas.
En ese proceso, el reto será identificar las verdaderas necesidades del sector y los instrumentos disponibles para afrontarlas, especialmente para las cooperativas agroalimentarias. Debemos identificar la trascendencia del momento hasta dónde podemos llegar una vez avance la negociación y los recursos que finalmente acuerden los Estados miembros. Y en ese ejercicio las cooperativas deben promocionar y apostar por todos esos instrumentos de inversión que nos ayuden a abordar la competitividad, la innovación, la adaptación al cambio climático, el reto del agua, el relevo generacional, la igualdad y el futuro de nuestras zonas rurales, porque como bien ha dicho el comisario, es imposible construir un continente con el estómago vacío o en riesgo. Esa lección ya la entendieron bien los padres de la UE cuando diseñaron la PAC allá por 1958.
Este artículo se ha publicado en la Revista de Cooperativas Agro-alimentarias nº67 (julio-septiembre 2025).