19/12/2025 |Artículos de opinión

Las cooperativas son la brújula del sector agroalimentario

  • 2025 ha sido un año marcado por la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales, el debate sobre el nuevo marco financiero de la UE y la PAC 2028-2034, la modulación de la agenda climática, y los problemas sanitarios en nuestros cultivos y ganadería. En este escenario, se consolida el modelo cooperativo como actor estratégico para la  competitividad del medio rural.

El año que termina vuelve a dejar constancia de la intensidad con la que el sector agroalimentario y el movimiento cooperativo afrontan los desafíos actuales. A la incertidumbre de los mercados, los problemas sanitarios, el incremento de costes y el impacto de eventos climáticos extremos, se ha sumado un escenario geopolítico que anticipa importantes cambios en la base del comercio internacional, y obliga a la Unión Europea a repensar su proyecto político, su presupuesto y el futuro de la PAC.

En este contexto, Cooperativas Agro-alimentarias de España ha redoblado su presencia institucional, su capacidad de propuesta y su vocación de servicio a las cooperativas y a sus personas socias. Un compromiso que quedó especialmente reflejado en nuestro IX Congreso, celebrado en marzo, bajo un mensaje claro: sostenibilidad con personas; objetivo que solo alcanzaremos si contamos con  empresas cooperativas fuertes. El encuentro reunió a más de 1.000 congresistas, confirmando la robustez del cooperativismo agroalimentario español y la fuerza de su base social.

El entorno internacional ha estado profundamente condicionado por los vaivenes de la administración estadounidense, que bajo el liderazgo de Donald Trump, ha iniciado un ataque arancelario con el objetivo de resolver el déficit comercial de EEUU con muchos socios comerciales. Esta deriva rompe con décadas de comercio y cooperación internacional basados en reglas multilaterales, y abre una etapa en la que pesa más la fuerza de los bloques que las normas compartidas. En contrapartida, la Comisión Europea ha acelerado su agenda comercial, tratando de subir el ritmo de consecución de acuerdos comerciales con terceros países, buscando nuevas oportunidades para los productos europeos. En este marco, destaca especialmente el cierre del acuerdo entre la UE y Mercosur, después de más de 25 años de negociación, pero aun sin ratificar, cuyo proceso está bajo fuertes tensiones políticas a nivel de la UE.

Estas cuestiones afectan directamente a mercados clave para nuestras exportaciones y generan incertidumbre en los precios y en las cadenas de suministro agroalimentarias. Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España hemos promovido firmemente la necesidad de preservar un comercio basado en reglas, una respuesta coordinada y diplomática desde la UE, y trabajar en una Unión Europea que sea capaz de reforzar su integración política y su autonomía estratégica.

En el plano europeo, la Comisión ha presentado sus primeras propuestas del Marco Financiero Plurianual y de la PAC 2028-2034, que reflejan una fuerte tensión entre las nuevas prioridades —defensa, transición energética, resiliencia— y la obvia necesidad de mantener un presupuesto suficiente para la agricultura si queremos garantizar la seguridad alimentaria y autonomía estratégica del bloque.

Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España calificamos estas propuestas de “decepcionantes”, al partir de una reducción significativa de los fondos de la PAC y apostar por una gobernanza más fragmentada, basada en planes nacionales que esconden una renacionalización de la PAC, la piedra angular de las políticas europeas, lo que puede debilitar el mercado único, uno de los principales valores añadidos del proyecto europeo.

En las reuniones bilaterales mantenidas con el ministro de Agricultura, Luis Planas, y con el nuevo comisario de Agricultura, Christophe Hansen, hemos trasladado un mensaje inequívoco: es imposible construir un continente con el estómago vacío. La seguridad alimentaria europea exige una PAC fuerte, plenamente comunitaria y orientada a la competitividad, la innovación, el reto del agua, el relevo generacional y la igualdad. De forma más específica, la organización expresó su preocupación por los cambios previstos en las medidas más orientadas al apoyo a las cooperativas y estructuras colectivas, como las intervenciones sectoriales de frutas y hortalizas; y la falta de continuidad de la medida de apoyo a las inversiones industriales y en cooperativas, que ahora mismo es un eje fundamental para fortalecer la competitividad del sector.

Al mismo tiempo, la UE ha iniciado los primeros pasos hacia una estrategia de resiliencia del agua. Pese a representar cerca del 70 % del uso del agua, la agricultura apenas aparece de forma tangencial en estos debates. Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España hemos insistido en que nuestro país, por su experiencia y conocimiento en gestión hídrica, debe desempeñar un papel influyente en el diseño de esta estrategia. Resulta imprescindible desbloquear el debate interno sobre el agua y superar posiciones enquistadas que restan credibilidad a nuestra aportación técnica y política. Las cooperativas ya están invirtiendo en eficiencia, nuevas tecnologías de riego, reutilización y planificación hídrica; por ello, reclamamos que la normativa acompañe estos esfuerzos, en lugar de obstaculizarlos.

Finalmente, la crisis vivida en torno a la aparición de un primer brote de Peste Porcina Africana nos recuerda la importancia de la sanidad y bioseguridad para nuestros sectores agrícolas y ganaderos. La excelente coordinación sectorial e institucional han permitido un control estricto del brote en fauna salvaje, sin embargo, la aterradora noticia de la entrada de la enfermedad en nuestro país nos revela en primera persona la intrínseca vinculación entre sanidad, exportación y competitividad de nuestras explotaciones. También en relación con la sanidad, en 2025 se han hecho aún más potentes y patentes las voces del sector que defienden poder contar con medios suficientes para poder luchar contra las enfermedades y plagas que afectan a nuestros cultivos y sus rendimientos, y que se están expandiendo con motivo del cambio climático, o como consecuencia de la falta de control y coordinación de la gestión de la fauna silvestre y su relación con el sector, que ve desaparecer paulatinamente sus herramientas de trabajo sin que aparezcan alternativas rentables, eficaces o viables.

Para afrontar estos retos, la organización ha puesto en marcha el Plan Estratégico del Cooperativismo Agro-alimentario (PECOOP) 2025-2028, una hoja de ruta que orientará nuestro trabajo en los próximos años. Este plan se estructura en torno a ejes fundamentales: integración cooperativa, rentabilidad de las explotaciones, relevo generacional, igualdad, acción climática, gestión del agua, digitalización e innovación, y una comunicación rigurosa, tanto interna como externa.

Nuestro objetivo es claro: que las cooperativas sigan siendo las empresas que aportan valor añadido, estabilidad y futuro a las explotaciones de sus socios y socias, y que la producción de alimentos vuelva a situarse como un activo estratégico para Europa y su primera línea de defensa en un mundo convulso.

La transición hacia un sistema agroalimentario más justo, competitivo y sostenible solo será posible si se construye con las personas en el centro, como ya hacen las cooperativas. El modelo cooperativo es la brújula en tiempos de cambio, orienta decisiones a largo plazo, evita dejarse llevar por titulares efímeros y sitúa el interés de las personas agricultoras, ganaderas y sus territorios en el corazón de la estrategia.

De cara al próximo año, los retos no se reducirán, sino que se intensificarán. Será determinante influir en la negociación final de la PAC para asegurar un presupuesto suficiente, una gobernanza verdaderamente común y un marco regulatorio que refuerce la competitividad del sector y atienda las necesidades y potencialidades del modelo cooperativo. Al mismo tiempo, será imprescindible avanzar en una política de agua realista y basada en el conocimiento técnico, acelerar el relevo generacional en un contexto de rentabilidad ajustada, y acompañar a las cooperativas en la adaptación a las nuevas exigencias climáticas, digitales y sociales. Todo ello sin perder de vista la necesidad de reforzar la dimensión económica de las cooperativas, su dimensión empresarial e integración, su capacidad de innovación y su papel como vertebradoras del territorio.

En un escenario global cada vez más complejo, el próximo año exigirá más cooperación, más visión estratégica y más liderazgo colectivo para que el campo español siga siendo competitivo, sostenible y socialmente imprescindible.